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La crisis mundial amenaza al equilibrio chino

Monday 29 October 2012, by Robert Paris

La crisis mundial amenaza al equilibrio chino

Escrito por Leo Marques y Marcos Margarido LIT-CI

Aunque el mundo esté con los ojos dirigidos, principalmente, a Europa, el escenario chino, sea por la situación económica, sea por el elemento político, pone motivos suficientes para preocupar al gobierno chino, a la burguesía mundial y al imperialismo.

Iniciemos por acontecimientos específicos: en las últimas semanas, la taiwanesa Foxconn Technology Group, instalada en China y ensambladora de productos para grandes multinacionales del ramo de tecnología (el IPhone de Apple, por ejemplo), volvió a ser titular de los noticieros. La empresa, que fue conocida por los casos de suicidio de trabajadores en los últimos tres años, ha estado en el palco de conflictos y protestas de obreros, desde finales de setiembre.

El día 24, domingo a la noche, se registraron enfrentamientos en los dormitorios de la unidad, en la ciudad de Taiyuan, provincia de Shenzhen, al norte del país, lo que causó el cierre de la fábrica (que emplea a 79 mil obreros) el lunes siguiente. Mientras la dirección de la empresa alegó que los enfrentamientos fueron resultado de disputas entre los propios obreros, provenientes de diferentes provincias, el verdadero motivo, denunciado por funcionarios, fue el tratamiento brutal, por guardias de la ensambladora, a los trabajadores. En respuesta al abuso contra una trabajadora, los trabajadores, rebelados, incendiaron bicicletasy camas, tirándolas por las ventanas de los dormitorios, tumbaron carros de la policía,destruyeron cercas y muchos afirman que varias tiendas del complejo fueron destruidas. Cerca de 5 mil policiales fueron llamados para reprimirlos y 40 personas, según Foxconn, fueron trasladadas a hospitales para atención médica.

Según un trabajador de esta unidad, “algunos supervisores y gente de seguridad nunca nos respetan. Todos tenemos rabia y la forma de liberar esta rabia fue destruyendo las instalaciones”. Este sentimiento es generalizado. Trabajadores de las unidades de Henan, Shandong y Shenzhen colgaron cartas en Internet felicitando a los de Taiyuan por su coraje a rebelarse.

El día 5 de octubre, entre 3 y 4 mil obreros paralizaron la producción en la planta de Zhengzhou, capital de la provincia central de Henan, que ya regresó al trabajo.En esta ocasión, el motivo fue la exigencia de Apple para endurecer el control de calidad de su último lanzamiento, el iPhone 5, lo que generó una tremenda presión sobre los trabajadores de la producción, obligados a mantener el mismo ritmo, y sobre los trabajadores de Control de Calidad (CQ), que no conseguían aprobar la cantidad exigida, debido a los nuevos requisitos. Para “resolver” el problema, la empresa los obligó a trabajar en un feriado nacional, a fin de recuperar la producción. La combinación de estos factores llevó a la huelga del sector de CQ.

Detrás de estos episodios están las realidades cotidianas en China, de las cuales Foxconn es una fuerte expresión: superexplotación, jornadas extenuantes de hasta 12 horas diarias, horas extras mal remuneradas, metas absurdas de productividad, control de calidad deshumano, régimen interno militar, maltratos, pésimas condiciones de trabajo, falta de derechos laborales y un largo etc.[1]

La situación de Foxconn y los hechos mencionados, lejos de ser aislados, tienen la posibilidad de que reflexionemos y analicemos cuál es la relación del país con la economía mundial y con la turbulenta coyuntura internacional, en el marco de los cambios ocurridos, durante las últimas décadas, en este ex Estado obrero.

Restauración del capitalismo, superexplotación y dependencia.

El ejemplo de Foxconn y de sus fábricas de alquiler de las multinacionales (Apple, Microsoft, Dell, Amazon, Sony, Nokia, etc.), que emplean alrededor de 1 millón de personas, da una buena pista del carácter actual de la economía china: capitalista y subordinada al imperialismo.

Y eso sólo se profundizó en las tres últimas décadas. La revolución de 1949, al expropiar a la burguesía y enfrentar al imperialismo, proporcionó, como en el restante de los Estados Obreros surgidos en la primera mitad del siglo XX, luego de la Revolución Rusa de Octubre, grandes avances sociales y económicos, a una población prioritariamente agraria, a pesar de las políticas desastrosas de la burocracia dirigente, en consonancia con los dictámenes políticos y “teóricos” del stalinismo (aislamiento de la revolución en las fronteras nacionales, teoría del “socialismo en un sólo país”).

Esta conducción desastrosa de un Estado obrero, combinada con la ofensiva neoliberal del imperialismo en las décadas del 70/80, llevó al país a la restauración del capitalismo y a la recolonización de su economía.

Eso quiere decir: apertura al capital extranjero, incorporación al circuito desigual del comercio internacional y enorme disminución del peso económico de las empresas estatales, con el cierre y privatización de miles de ellas. O sea, las llamadas “cuatro modernizaciones”, de Deng Shiao Ping, socavaron los pilares de un Estado Obrero: monopolio del comercio exterior, propiedad estatal de los medios de producción y planificación central de la economía.

Todo ese proceso se dio contando con un elemento particular (que tiene paralelo con el caso de Cuba): la restauración del capitalismo llevada a cabo por la propia burocracia, sin que esa fuese derribada por la movilización de las masas, como en el este europeo. En China, la masacre de la Plaza de Tiananmen simbolizó la consolidación de la restauración capitalista y la transformación de la burocracia dirigente en una nueva burguesía. Así, la transformación de la economía fue facilitada y garantizada por un régimen cerrado y de partido único (el del Partido Comunista Chino), haciendo que el antiguo Estado Obrero se volviese una dictadura burguesa.

Esa dictadura cumple un papel de peso a favor del imperialismo, de la burguesía mundial y nacional: domesticar a la clase obrera china, forzándola a aceptar bajos salarios y condiciones de superexplotación (sin olvidarnos de su numerosa población y de una gran disponibilidad de fuerza de trabajo). Escenario óptimo para la afluencia de capitales (las Inversiones Extranjeras Directas –IED- alcanzaron la cifra de US$ 1,05 billones entre 1982 y el 2009)[2], y la instalación de multinacionales, cuyo resultado es conocido: China se convirtió en la “fábrica del mundo”, teniendo un papel central en la economía mundial globalizada, al inundar el mercado internacional de productos baratos e importar un alto volumen de materias primas.

Obviamente, en ese contexto, China fue “presentada” con un importante crecimiento económico (crecimiento promedio del PBI del 10% en las tres últimas décadas)[3], acompañado por el mito de que el país caminaba a pasos agigantados en dirección a una nación próspera y moderna, una nueva potencia capaz de hacer frente al poderío estadounidense y de sus aliados.

Comparemos con la realidad:

Ya mencionamos las condiciones de superexplotación y maltratos a los cuales es sometida la clase obrera china. En cuanto al nivel de vida de su población de conjunto, éste disminuyó en proporción inversa a las altas tasas de ganancias conseguidas por la burguesía. En tanto el capitalismo crecía en China, en la década del 90 y en los años 2000, el consumo familiar bajaba al 36% del PBI[4]. Entre 1983 y el 2003, por ejemplo, la participación de los salarios en el PBI descendió del 57% al 36,7%.[5] En contrapartida, además de la burguesía, sectores de la burocracia del Estado, del ejército y de una “nueva clase media” se enriquecieron, incluso con miembros del PCCh “pasándose para el otro lado”, convirtiéndose en burgueses al apropiarse de empresas estatales. O sea, la “prosperidad económica” pasa a lo largo de la mayoría de la población trabajadora.

Pero, desde el punto de vista de las ganancias de la burguesía, ¿China sería una potencia capitalista tal y cual son los EE.UU., Japón y los países centrales de la Europa? Afirmamos que no. Mientras la burguesía china participa mayoritariamente de la producción de mercancías de baja tecnología (en el 2002, las empresas extranjeras ocupaban el 32,9% del total de las industrias textiles), la producción de productos de alto valor agregado, no sólo es el "buque insignia" de la economía china (67% del total de exportaciones en el 2005), sino también es dominada por las multinacionales (99,4% en la industria de computadoras, por ejemplo)[6]. Esto es, la burguesía china, formada a partir de la restauración capitalista dentro del propio PCCh, es socia menor de la burguesía imperialista, así como en los demás países semicoloniales. La economía china, según el modelo adoptado, es extremamente dependiente de la tecnología y del capital internacional, lo que impide cualquier paso significativo y estructural en el sentido de una autonomía económica, aunque, políticamente, trate muchas veces hacer frente a EE.UU., en pie de igualdad.

Recientemente, el periódico Le Monde Brasil Diplomatique, edición de septiembre (Año 6, número 62) publicó un artículo del profesor Michael Klare, del Hampshire College, titulado “¿China es imperialista?”, en el cual desarrolla una tesis de que China, actualmente, se encontraría en una situación delicada y dudosa, teniendo que asumir una postura semejante a las viejas potencias coloniales de pactar con gobiernos corruptos y autoritarios de África y Asia, para mantener estable el abastecimiento de materias primas indispensables, como hidrocarburos y minerales. Entre tanto, como ya señalamos, el desarrollo del capitalismo chino es dependiente y subordinado. Por lo tanto, el abastecimiento de su parque industrial obedece a esa misma lógica, principalmente tratándose de la industria automotriz y electrónica de punta (en la cual el capital extranjero es mayoritario). Ese abastecimiento se hace a través de las estatales chinas remanecientes, que también se benefician, siempre al servicio del principal favorecido, el imperialismo, lo que revela la posición de China de submetrópolis, asociándose en nivel de desigualdad con el imperialismo en esa búsqueda de recursos naturales estratégicos.

El modelo chino fue, en estas últimas décadas, la “niña de los ojos” del capital imperialista. Pero, hay señales de desgaste, resultantes, sobre todo, de la evolución de la crisis económica mundial.

La crisis económica, las luchas obreras y el escenario político

China, como “fábrica del mundo”, exportadora de productos industriales y compradora de materias primas de Brasil, África, Asia, Rusia, Australia y otros, no pasa inmune a la crisis económica, aunque aún registre un índice de crecimiento económico elevado en comparación al resto del mundo. Pero, hay una desaceleración preocupante, reflejo, principalmente de la desaceleración del crecimiento en EE.UU. - del 3,1% al 1,5%, entre el último trimestre del 2011 y según del 2012 - y de la recesión europea (caída de 0,2% del PBI en la zona del euro, en el segundo trimestre del 2012)[7], principal mercado importador chino. Los números son categóricos, en tanto el PBI del país creció 10,4% en el 2010 y 9,2% en el 2011, la previsión del propio gobierno es de un crecimiento del 7,5% en el 2012 (7,8% para el FMI), con crecimiento promedio de 7% hasta el 2015[8], siendo que creció el 7,6% en el segundo trimestre y 7,4% en el tercero de 2012.[9]

La reducción de la actividad económica ya provocó una serie de rebeliones y huelgas a finales del 2011, en el sur y sudeste del país, cuando las previsiones económicas aún eran más optimistas. Fue considerada una segunda ola de huelgas, sucediendo a la de los obreros de la industria automotriz en el 2010, que arrancó importantes aumentos salariales.[10]

La burguesía reacciona para retomar sus tasas de ganancia, en varios frentes: trasladando capitales hacia donde los salarios son más bajos, como al interior del país o a países vecinos, cierre de empresas o hasta, incluso, regresando a producir en los lugares de origen de las multinacionales. El gobierno, por su parte, trata de contornar la situación con medidas fiscales –reducción de intereses- e inversión pesada en infraestructura para continuar atrayendo capitales. Medidas estas que no consiguieron revertir el cuadro general: reducción de inversiones extranjeras directas del 3,4%, en relación a los últimos 12 meses, reducción de las exportaciones y de las importaciones y caída de la ganancia de las estatales (11,4% el 2012).

Pero, no se puede hablar de una recesión en China, a pesar de la reducción del crecimiento, pero tampoco se puede afirmar que el caso de Foxconn sea puntual.

El hecho de las movilizaciones en Foxconn han ocurrido en función de la presión por el aumento del ritmo de producción exigido por Apple -lo que echa por tierra su afirmación de que está fiscalizando las condiciones de trabajo de sus proveedores-, demuestra como la crisis mundial puede incidir sobre China, debido a la necesidad de aumento de la tasa de ganancia de las empresas imperialistas. Pero, la clase obrera china viene de victorias económicas importantes, con la conquista de aumentos salariales y de valorización de los salarios mínimos regionales, lo que puede hacer que la necesidad de aumento de la explotación, combinada a las actuales movilizaciones económicas y democráticas contra fábricas contaminadoras, cada vez más frecuentes, lleven a una nueva ola de revueltas de los trabajadores chinos, principalmente si el crecimiento económico fuera reducido a niveles próximos al 6%.

En este marco, el principal desafío de la dictadura del PCCh es impedir, a cualquier costo, que las luchas económicas se liguen a las luchas políticas por libertades democráticas (también intensas en el 2011)[11], al punto de haber un cuestionamiento generalizado del régimen por ella sustentada.

En vísperas del 18° congreso del partido, las diferencias acerca del mejor camino para mantener a China en las mejores condiciones para el saqueo imperialista han generado, desde inicios del 2012 por lo menos, divisiones públicas al interior del propio PCCh, como demuestra la reciente expulsión de Bo Xilai, uno de los “príncipes”[12] del partido y su ex jefe en Chonkging, y la condena de su esposa, por el asesinato de un negociante inglés. La verdad es que el PCCh que, aunque lleve el término “comunista” en su nombre, no pasa, hoy, de ser un partido pro imperialista, representante de la nueva burguesía china e, incluso, con varios acuerdos con la vieja burguesía, establecida en Taiwán y Hong Kong.

Llamamos a la población china y a su clase obrera a no confiar en la patronal imperialista y local y en los gobernantes del país. La economía china no es una economía de “transición” a una economía socialista e igualitaria; es, sí, una economía capitalista, dependiente del imperialismo y mantenida por una dictadura burguesa. La única salida para que el proletariado chino se libere de la superexplotación y de los efectos destructores de la crisis económica que se avecina es confiar en sus propias fuerzas, “destronando” algobierno “comunista” en pro del poder obrero y popular, romper con el imperialismo y ligarse a sus hermanos trabajadores de otros países. Sólo así será posible que China se convierta en un país verdaderamente próspero, moderno, desarrollado e independiente.

[1] Sobre eso, ver http://www.techtudo.com.br/noticias/noticia/2012/09/conheca-pessima-experiencia-de-um-operario-na-fabrica-do-iphone-5.html.

[2] Marcos Margarido. China: Potência mundial ou submetrópole dependente?, LIT-QI, Março de 2012.

[3] Marcos Margarido. China: Potência mundial ou submetrópole dependente?.LIT-QI, março de 2012.

[4] LIT-QI. O modelo chinês ameaçado pela crise e pelo ascenso operário, março de 2012.

[5] Marcos Margarido. China: ¿Potencia mundial o submetrópolis dependiente?.LIT-CI, marzo del 2012.

[6] LIT-CI. El modelo chino amenazado por la crisis y por el ascenso obrero, marzo del 2012.

[7] Eduardo Almeida. Brasil, huelgas y reflexiones de la crisis internacional cuestionan al gobierno de Dilma. PSTU, septiembre del 2012.

[8] LIT-CI. El modelo chino amenazado por la crisis y por el ascenso obrero, marzo del 2012.

[9] REUTERS, 9 de octubre del 2012.

[10] Marcos Margarido. La primavera árabe está llegando al invierno chino. LIT-CI, enero del 2012.

[11] Ver http://www.litci.org/pt/index.php?option=com_content&view=article&id=2922:a-primavera-arabe-esta-chegando-ao-inverno-chines&catid=11:china.

[12] Como son llamados los hijos de los líderes de la revolución de 1949, que subieron varios grados en el poder en base a privilegios adquiridos por herencia.

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