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Drama de Guaraníes-Kaíowas expone exterminio indígena en el país

Miércoles 7 de noviembre de 2012, por Robert Paris

Drama de Guaraníes-Kaíowas expone exterminio indígena en el país

Escrito por PSTU - BRASIL

Indígenas amenazados de desalojo, por la justicia federal, están acorralados entre pistoleros y la desidia del gobierno federal.

Mientras el país se distrae con el festival de mentiras e hipocresía que domina la segunda vuelta de las elecciones municipales, una verdadera tragedia social ocurre con una de las comunidades más atacadas con la política de exterminio indígena, desde hace décadas implementada en Brasil. Un grupo de la tribu Guaraní-Kaiowá[1], en el municipio de Iguatemi, en Mato Grosso del Sur, se encuentra con su existencia amenazada y claman por auxilio.

Los 173 indígenas (50 hombres, 50 mujeres y 73 niños), acampados en la margen del río Hovy, desde agosto del 2011, además de la miseria, de las permanentes amenazas por parte de pistoleros que actúan al mando de los hacendados, del suicidio en masa1 provocado por el abandono y la falta de perspectivas enfrentan, ahora también, una orden de desalojo de la Justicia Federal de Naviraí (MS). Una carta desesperada de los indígenas, dirigida al Consejo Indigenista Misionero (CIMI) y a los parlamentarios expone, de forma dramática, la situación a que están sometidos los Guaraníes-Kaiowás.

“Pedimos al gobierno y a la justicia federal para no ejecutar la orden de desalojo/expulsión, sino decretar nuestra muerte colectiva y enterrarnos, a todos, aquí. Pedimos, de una vez por todas, para decretar nuestra diseminación/aniquilación total, además de enviar varios tractores para cavar una gran fosa para colocar y enterrar nuestros cuerpos. Este es nuestro pedido a los jueces federales”[2], afirma el mensaje, resoluciones adoptadas durante la asamblea de Guaraníes-Kaiowás, en Aty Guasu.

El mensaje, que abarrotó las redes sociales, está provocando una indignación colectiva, tal como ocurrió durante el violento desalojo de Pinheirinho, en São José dos Campos (SP), a inicios del año. “Sabemos que no tenemos más chance que sobrevivir dignamente, aquí, en nuestro antiguo territorio; ya sufrimos mucho y todos hemos sido masacrados y muriendo a un ritmo acelerado. Sabemos que seremos expulsados de aquí, de la margen del río, por la justicia, por eso no vamos a irnos de la margen del río. Como un pueblo nativo e indígena, histórico, decidimos solamente que queremos morir colectivamente. No tenemos otra opción; esta es nuestra última decisión ante el despacho de la Justicia Federal de Navirai-MS”, dice el trecho final del mensaje, que expresa el escepticismo con una justicia y un gobierno que sólo benefician a los grandes propietarios de tierras.

Genocidio indígena

El drama, sufrido por el grupo amenazado de desalojo, revela el genocidio que los indígenas están sufriendo en Brasil. Según datos del CIMI, entre el 2003 y el 2010, nada menos que 555 indígenas de los Kaíowa y Guaraníes efectuaron suicidio por la situación de abandono, desesperanza y violencia cotidiana. Desde 1980, 1.500 se quitaron la vida. La tribu, segundo mayor grupo indígena del país, con 43 mil personas, está cada vez más acorralada por la expansión desenfrenada de las plantaciones de soja y caña, viviendo en áreas que suman, apenas, 42 mil hectáreas.

Al mismo tiempo, el gobierno federal se muestra cómplice con el exterminio indígena, manteniéndose omiso ante ese desastre humanitario. Incluso, según el CIMI, desde 1991, apenas ocho tierras indígenas fueran homologadas a los Guaraníes-Kaiowás.

Es necesario que el gobierno de Dilma intervenga inmediatamente en Iguatemi, a fin de que no se repita lo que sucedió en Pinheirinho, e impida otra tragedia. Al mismo tiempo, el gobierno debe parar de priorizar los intereses de los grandes latifundistas y avanzar en la demarcación y homologación de las tierras indígenas.

Carta abierta de Zé Maria, de la Dirección del PSTU, a Dilma Rousseff, presidenta de Brasil:

Dilma, impida la masacre contra los Guaraníes-Kaíowas

Presidenta Dilma:

Brasil acompaña, sorprendido, el drama de los indígenas Guaraníes-Kaiowás, en Mato Grosso del Sur. La carta divulgada por una comunidad, formada por 173 indígenas acampados hoy a la vera del río Hovy, causó conmoción en todo el país y hasta fuera de él. Y no es para menos. Ella expresa la situación de desesperación y angustia de una comunidad que se ve obligada a enfrentar a los pistoleros contratados por los latifundistas, una situación de extrema miseria y en el más completo abandono. Y, ahora, ¡incluso le depara una orden de desalojo de la justicia federal de Naviraí!

En determinado momento, la carta llega a pedir que se decrete “nuestra diseminación y extinción total” y, para “enviar tractores para cavar una gran fosa para colocar y enterrar nuestros cuerpos”. No, presidenta Dilma, los indígenas acorralados entre las balas de los esbirros y la orden de desalojo, no desistirán de bregar por su tierra. Por el contrario, demuestran la misma disposición de lucha histórica que garantizó su propia sobrevivencia después de cinco siglos de esclavitud, rapiña y genocidio. Las palabras fuertes de la carta, sin embargo, muestran a qué punto llegamos.

Los Guaraníes-Kaiowás, segundo mayor grupo indígena en el país, con casi 50 mil personas, constituye uno de los ejemplos más dramáticos de la situación de barbarie social a que están sometidos los pueblos originarios. Según la Secretaría Especial de Salud Indígena (SESAI), 555 indígenas, de ese grupo, se suicidaron entre el 2000 y el 2011 por el abandono, la falta de perspectivas y el confinamiento cada vez mayor, debido al avance de los agro-negocios. La mayoría, jóvenes. Sólo este año, ya hay 30 suicidios.

Sabemos, presidenta Dilma, que esa situación no es de hoy, sino el resultado de siglos de opresión. Su gobierno, sin embargo, como el del ex presidente Lula, tiene su parte de responsabilidad. La política de privilegiar al gran agronegocio exportador y a los latifundistas, los “héroes” de Lula, legitima el confinamiento de los indígenas a espacios cada vez más reducidos. La precarización de entidades como el INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria) y la FUNAI (Fundación Nacional del Indio), por su parte, contribuye a que gran parte de las comunidades indígenas se vean privadas de los servicios públicos más básicos y, por otra parte, de condiciones de vida mínimamente decentes. Su gobierno, presidenta, publicó la Ordenanza 303/2012 que, como el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) denuncia, representa un verdadero retroceso en el proceso de reconocimiento, demarcación y titulación de las tierras indígenas.

El mundo ve, ahora, presidenta Dilma, el resultado real de esa política económica, que produce grandes ganancias para algunos pocos y la más completa penuria para otros muchos. Aun que esos otros muchos sean, por derecho, los verdaderos dueños de esas tierras. ¿Es este un “Brasil de todos”? ¿De qué sirve ser la sexta economía del mundo, si nuestras tierras se transforman en un inmenso cementerio de nuestros pueblos originarios? Estamos asistiendo a la victoria de la explotación, de la violenta colonización, del genocidio indígena. La victoria de la barbarie.

La indignación que vemos ahora, presidenta, es parecida a la indignación que se instaló en el país con el brutal desalojo de Pinheirinho, en São José dos Campos (SP). En esa ocasión, la violenta acción policial fue provocada por el gobierno de Alckmin, del PSDB. Denunciamos, en ese momento, la desidia del Gobierno Federal, que podría haber evitado aquel desalojo, en caso que realmente lo quisiese. Pero, ahora, presidenta, la cuestión indígena tiene que ver, directamente, con su gobierno. La orden de desalojo viene de la Justicia Federal. Es la presidencia la que resuelve las homologaciones de tierras, hace tanto tiempo paralizadas.

Por eso es que me dirijo a Ud., señora presidenta, para hacer una exigencia: ¡Evite una nueva tragedia social! ¡Intervenga en la amenaza de desalojo contra la comunidad de los Guaraníes-Kaíowas! ¡Cambie su política de privilegios al agronegocio y atienda las reivindicaciones históricas de las comunidades indígenas! ¡Avance en el proceso de demarcación y homologación de las tierras! Y, observe, presidenta Dilma, que los verdaderos héroes de este país son el pueblo indígena y quilombolas [3], que insisten en resistir a siglos de masacres.

Traducción Laura Sánchez

[1] Los kaiowás habitan hace siglos el centro-oeste de Brasil, el norte de Argentina, Paraguay y Bolivia. En Mato Graso del Sur habitan la Hacienda Cambará, próxima a la reserva indígena Pyelito Kue, en la jurisdicción de Iguatemi. Los guaraníes son la segunda mayor etnia de Brasil (43.000 miembros).

[2] Leer carta de la comunidad en: http://www.taringa.net/posts/info/15798795/Guarani-Kaiowa-anunciar-suicidio-en-masa-en-Mato-Grosso-do-.html.

[3] Habitantes de los Quilombos, que fueron territorios libres de esclavitud, ubicados en Brasil, integrados por varias aldeas, que existieron entre 1580 y 1710, organizados por esclavos negros fugitivos y sus descendientes.

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